domingo, 6 de diciembre de 2020

EL CONTROL PARENTAL

 


El control parental sirve para:

• Conocer la actividad de los niños en Internet y sus gustos: obteniendo información sobre las webs que visitan, su participación en redes o foros, su comunicación con el exterior…

• Evitar que entren en contacto con personas desconocidas o potencialmente peligrosas:  y así reducir posibles problemas de grooming, ciberacoso, sexting

• Reducir la posibilidad de que los niños visiten sitios web inapropiados: eróticos, que fomenten el racismo, la violencia o hábitos autodestructivos…

• Limitar el tiempo de pantalla en términos de tiempo y horarios: impedir que los niños utilicen determinadas aplicaciones o productos porque los consideramos perjudiciales (chats, mensajería, redes sociales en función de la edad…).

 

El control parental tecnológico te puede ayudar en los siguientes aspectos:

• Filtros y accesos restringidos: para que los niños no puedan acceder a determinadas webs. Algunos programas y aplicaciones de control parental pre-definen estas webs y otros dejan la elección en manos de los padres.

• Bloqueo de contenidos salientes: evitan que los niños compartan información online (que rellenen cuestionarios en Internet, por ejemplo).

• Límites de tiempo: destinados a que los padres programen horas de apagado y encendido; o de tiempo máximo de conexión a Internet.

• Monitorización: control de la actividad online, registrando páginas visitas, avisando si el niño accede a una de esas webs, revisando el historial de navegación y analizando cuánto tiempo pasa el menor en cada web visitada.

• Conexión remota al ordenador o dispositivo del niño por parte de uno de los progenitores: de esta forma, estemos donde estemos, podremos conocer en tiempo real que están haciendo.

 

¿A qué edades es recomendable?

Cuando son pequeños, podemos centrarnos en limitar el tiempo de conexión y evitar que accedan a contenidos desagradables. Para conseguirlo, podemos estar pendientes y podemos también recurrir al control parental tecnológico (sobre todo al de filtros, navegadores y buscadores especiales). Así crearemos buenos hábitos respecto a dónde, cuándo, cuánto tiempo se conectan y qué ven cuando lo hacen. En esta época tienden a respetar tus normas, de forma que habrá un tándem entre esas normas y la ayuda tecnológica. Se trata de controlar a dónde se accede y de limitar el tiempo de conexión.

Cuando los niños van creciendo y ganan en autonomía tecnológica, el problema empieza a hacerse más complejo (a niños grandes, problemas grandes). Además del tiempo y de los contenidos, nos preocupa que les hagan daño, que les engañen, que encuentren información desagradable, violenta, perjudicial para su salud física o psíquica. Además de crear espacios de conversación y confianza para hablar con nuestros hijos, podemos seguir recurriendo a la tecnología (programas de software, configuración en el router y apps en dispositivos móviles).

Cuando son más mayores, los filtros son menos eficaces, los navegadores infantiles no son una opción y las alternativas de software y apps se asocian más a “papá, me espías” que a educación. En esta época, el control parental debe ser mucho más humano y acompañarse, en todo caso, de límites tecnológicos cuando la personalidad o actividad de tu hijo lo precise.

En todos los casos es más importante monitorizar y después hablar, que simplemente controlar. Sin la conversación, el control parental tecnológico se queda cojo porque no hay realmente aprendizaje para los niños.

https://empantallados.com/control-parental/

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